En Memoria

EN MEMORIA DE TODOS AQUELLOS QUE DIERON SU VIDA POR LA LIBERTAD EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Belchite, Un Pueblo Fantasma


Y cuando todo un pueblo honra una victoria, este mismo llora de pena” Belchite, el pueblo fantasma, conocido por sus aferes “paranormales”, y su “belleza” destruida, se convierte en objeto de ser fotografiado. Pueblo lleno de historia, arena y polvo.

Belchite, Zaragoza, 24 de agosto de 1.937. España estaba sumida en una cruenta guerra civil, una gran matanza de hermanos sin precedentes, la guerra civil más internacional y despiadada de la historia, antesala de la Segunda Guerra Mundial y campo de entrenamiento para el Fascismo de Mussolini y Hitler: el desbordante Imperio Nazi.

Sabido es que durante la Guerra Civil española se produjeron innumerables episodios dolorosos y de penoso recuerdo. Uno de ellos se vincula con el pueblo de Belchite.


El frente Nacional y el Republicano mantienen cerca del Ebro una de las batallas más destructivas de la guerra que duraría desde ese mismo día 24 de agosto hasta el 6 de septiembre, en la que fue determinante la intervención de bombarderos alemanes nazis, dejando como resultado un pueblo de importante legado artístico mudéjar completamente destruído y unos 6.000 muertos. Desde entonces y hasta el día de hoy el pueblo, en su totalidad en ruinas, se mantiene como testigo maltrecho de la barbarie, mostrándose a duras penas como testimonio vivo del genocidio provocado entre hermanos por el levantamiento franquista contra la voluntad democrática popular. Belchite, el pueblo fantasma, llora hoy junto a su moderno pueblo homólogo la muerte, el dolor, el llanto y el destierro de la España cañí que se derrumbó estrepitosamente.





Durante agosto y setiembre de 1937, se llevaron a cabo una serie de acciones militares en las cercanías de esta población zaragozana. Una gran ofensiva de las fuerzas republicanas dio inicio a las operaciones en un frente que se extendía por casi 100 kilómetros, entre Zuera y Belchite.

Pronto fueron ocupadas las poblaciones de Quinto, Mediana y Codo, así como se lograban avances generales. Pero curiosamente, las fuerzas nacionalistas en Belchite oponían una inesperada resistencia.

Franco, se erguía con orgullo entre las ruinas de su "obra", construiría el nuevo pueblo de Belchite, usando a los "perdedores" en todo tipo de trabajos forzados y manteniendo el viejo pueblo en ruinas para que nadie olvidase jamás el escarmiento a las milicias republicanas.


Pero con el viejo pueblo de Belchite se esfumaba un pedazo del patrimonio cultural y artístico español, y con él toda esperanza de justicia para una España que se sumía en la pobreza de posguerra y en el estancamiento dictatorial que duraría cuatro largas décadas. Belchite fue el ejemplo de lo que sería la administración franquista

La historia de Belchite se resume en lo siguiente: tras el levantamiento nacional contra la Segunda República, los militares de Zaragoza apoyaron el golpe convirtiendo la zona en escenario de lucha. El ejército republicano avanzó por la región tomando las comarcas hasta que se toparon con un contingente militar importante parapetado en Belchite.
La batalla que allí se produjo fue de las más sanguinarias de nuestra historia.
El pueblo tardó tanto en caer que tras la victoria franquista el propio Franco colmó de honores a sus gentes (a los vivos, claro).
También les ofreció un regalo que debían precisar, les propuso cambiar el sistema de secano por regadíos, lo cual habría puesto a Belchite tras su reconstrucción a la cabeza de la zona y hoy sería una zona rica de Aragón, o la construcción de un nuevo pueblo; al elegir lo segundo nos ha sido legado a las nuevas generaciones un recuerdo intacto de lo que allí ocurrió.





Se cuenta que un grupo de parapsicólogos había ido a Belchite a investigar e intentar grabar algo realmente esclarecedor. Después de pasear por el pueblo buscando sitios inquietantes dónde empezar a grabar, se decidieron por la iglesia ya que ésta había sido la prisión improvisada de los soldados cogidos del otro bando.

Entraron y antes de empezar las grabaciones oyeron una voz masculina que, con un fuerte acento baturro, decía “Sacadme de aquí...Sacadme de aquí...¡¡SACADME DE AQUÍ!! Emocionados, todo el grupo empezó a enchufar las grabadoras y a tomar notas, haciendo caso omiso de lo que la voz les decía. Fue en ese preciso instante cuando la misma voz, con un tono enojado e impaciente, empezó a gritarles que se fueran. "¡¡Largo de aquí!! ¡¡LARGO!!"
Alarmados, todos abandonaron la iglesia.
Un trozo de techo se desplomó, justo encima del lugar donde habían estado grabando.


Hoy día el pueblo está desierto, sin vida. Sólo están las ruinas tal y como quedaron después de aquella guerra civil de 1936.

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